Portada: Sara Vial función para Caja Los Andes 1983.

“La trayectoria de Sara Vial y su importancia en la danza en Chile no ha sido reconstruida. Quedan los recuerdos y sus obras, el talento y el esfuerzo puestos en el trabajo, en su compañía y la resonancia de sus pasos en sus discípulos”.1

La urgencia y responsabilidad por rescatar la obra de Sara Vial ha estado latente como una deuda con nuestra historia. Su trayectoria representada en el Taller de Danzas Antiguas conforma un legado que debe ser recopilado y estudiado para difundirse como una herencia vívida que debe incorporarse a la memoria colectiva y cultural de nuestro país.

Sara se destacó principalmente por su búsqueda e inquietud por explorar nuevas formas de danza. La particularidad de su legado radica en su solidez como maestra y directora que marcó a todos quienes tuvimos la suerte de compartir con ella en lo relativo a aprender a apreciar la danza en su sentido global, sin propugnar una separación entre la antigua cortesana europea y la moderna chilena. Con ello, estimuló fuertemente en sus discípulos la curiosidad y el deseo por indagar en nuevos lenguajes dancísticos, enmarcados dentro de un fundamento histórico, con la mirada puesta en el ser humano. Se puede, por consiguiente, considerar la figura de Sara como vínculo e inspiración para el estudio práctico de las danzas antiguas cortesanas europeas en la contemporaneidad y valorar la historia de la danza como fuente enriquecedora e inagotable de expresión cultural:

Si no pones un contexto global que identifique la época, es muy pobre para la gente y no las entienden [danzas históricas]. La danza es siempre bonita y seductora, pero nunca hay que olvidar que de lo que hablamos es del ser humano.2

Sara Vial durante la función La Pellegrina en la Cepal,
año 1979 (archivo: Camila Sánchez).

Ella veía con agudeza cómo hacer florecer en cada uno lo mejor de sí, incluso a través de la sutileza de los detalles, que transformaban la interpretación de una sola danza en varias versiones según el carácter de cada uno.

En la foto de la izquierda:
Jack Edwards junto a Jacinta de Castro y Gregorio Fassler. Sara Vial observando desde atrás.

Sara era considerada por todos sus discípulos como una gran maestra que marcó a cada uno en su formación profesional. Ella veía con agudeza cómo hacer florecer en cada uno lo mejor de sí, incluso a través de la sutileza de los detalles, que transformaban la interpretación de una sola danza en varias versiones según el carácter de cada uno. Aplicaba sus conocimientos y experiencia de análisis del movimiento, coréutica y eukinética, adquiridos con Joan Turner, maestra de danza moderna, para que cada paso lograra la riqueza y la variedad dentro del rango pequeño de movimientos que conforman el lenguaje y el estilo de las danzas antiguas. Se caracterizaba por la rigurosidad de sus ensayos, por la agudeza con que evaluaba cada detalle y por cómo corregía con espíritu purista, pero con respeto y precisión, exigiendo al bailarín la pulcritud y calidad máxima de cada movimiento.

Joan Turner recuerda a Sara por su creatividad, entrega, e inteligencia en el movimiento, por su honestidad y profundidad en los fraseos y composiciones coreográficas, por ser algo tímida, pero segura al momento de bailar, con un tenaz afán de perfeccionamiento. Proyectaba calma, templanza y excelencia en el dominio de sus conocimientos. Caía sobre ella con naturalidad el talento para ejecutar los pasos de las danzas antiguas, con una intuición certera y una intención en cada gesto que realizaba en silencio. Reconstruyó y escenificó las danzas antiguas aplicando una mirada y un concepto integral moderno, basado en los fundamentos del contexto histórico. Era osada en sus propuestas y gustaba experimentar a partir de variados aspectos, según las necesidades que iban surgiendo en el momento: probaba y proponía soluciones contemporáneas, buscando mantener el espíritu de las danzas antiguas.

Interpretando una gallarda en el Teatro Oriente
para la obra Le Gratie d’amore, 1981
(archivo: Jacinta de Castro).

Ensayo filmado mujeres bailando en rol masculino, Luz Marmentini, Tamara Leiva y Astrid Ellicker, de
espaldas Pía Donoso, Magdalena Barros y Patricia
Carmona (archivo: Pia Donoso).

En la obra Invitación a la Danza. Centro de extención UC, año 1997. Las integrantes Sonia Araus junta a Marcia Escobar, Daniela Marini y Ana María Vela (archivo: Sonia Araus).

La última creación de Sara fue Invitación a la danza (1997), junto a la agrupación Conjunto de MúsicAntigua, que dirige Sergio Candia. En esta obra, sintetizó su trabajo y propuesta de las danzas antiguas, que defendió durante casi treinta años. La puesta en escena consistió en tres partes (siglos) inspiradas en textos, representada cada una por un respectivo protagonista, amante de la danza de cada época: El paraíso de Hippolita (siglo XV), por Hipólita Sforza de Italia; Nobilitá di Dame (siglo XVI), por la Reina Isabel I de Inglaterra; y Circe y el pavo real (siglo XVII), por el Rey Luis XIV de Francia. Cada uno de estos segmentos estuvo conformado por un concierto de música, una introducción narrada de cada período desde la mirada de la danza, por diálogos teatrales inspirados en cada época actuados por las intérpretes de su taller, y por sus danzas respectivas. En esta obra, el vestuario tuvo un rol destacado: Sara decidió que los trajes de las tres épocas fueran de crea cruda para dar unidad escénica a las tres partes buscando resaltar la estética y la arquitectura interiores que se producían en el cuerpo, para mostrar cómo afectan el estilo de la danza. A partir de aquellos componentes mencionados, anhelaba reflejar lo que a través de estas danzas antiguas podía descubrirse:

El alma de una época. Cada mensaje contiene elementos que hoy podemos reconocer en nosotros mismos, como la dulzura, la valentía y el coraje, por ejemplo.3

Sara se ocupaba en dar hasta el más mínimo detalle de movimiento, la profundidad requerida logrando la trascendencia y sublimidad de cada paso. Todo era importante y todo merecía un gran compromiso del bailarín. La danza la vió y concibió desde un punto de vista universal, cada expresión comprometida en todas las dimensiones ya desde el instante preciso e intención de hacer un gesto. Esta particularidad y consistencia a todos nos marcó. La figura de Sara Vial inspiró admiración en todos nosotros y de su Taller de Danzas Antiguas nos legó una identidad, un sello indiscutible, un espacio dentro de la historia de las artes en Chile, una herencia cultural.

“El alma de una época. Cada mensaje contiene elementos que hoy podemos reconocer en nosotros mismos, como la dulzura, la valentía y el coraje, por ejemplo”.

En la foto de la izquieda: Taller de Danza
Antiguas interpretando Miradas Cruzadas
en el teatro de Temuco, año 2005.

Abajo: Magnus Rasmussen ejecutando la
folia para Miradas Cruzadas en la sala
Blanco del Museo de Bellas Artes.
(archivo: Magnus Rasmussen).


  1. Alcaíno, Gladys; Hurtado, Lorena, Retrato de la Danza Independiente en Chile 1970-2000, Santiago de Chile: Ocho Libros, 2010, p. 93
  2. Vial, Sara. Entrevista concedida a Carmen Gloria Larenas, en: “Actividad Cultural”, El Mercurio, Santiago, 21 de enero de 1997, p. C8.
  3. Ibídem.