Portada: Sara Vial en ensayo de danzas antiguas en sus inicios año 1976 (archivo: Pedro Sánchez).

Apasionante y conmovedor, por decir lo menos, ha sido realizar esta investigación sobre la bailarina chilena Sara Vial y su obra expresada y manifestada en el Taller de Danzas Antiguas. Como su discípula y bailarina, tuve que hacer el exigente ejercicio de observar los acontecimientos con perspectiva y distancia para lograr obtener un panorama general. En ese sentido, fundamental fue el testimonio de sus colegas y discípulos, quienes accedieron a ser entrevistados y participar en el cónclave realizado el 2015, con el fin de rescatar desde la memoria corporal, el aprendizaje de las diferentes generaciones del Taller de Danzas Antiguas.

Revivir desde la propia experiencia los pasos, da cuenta de las características particulares de este arte que permanece en el cuerpo de sus intérpretes como una huella casi imborrable, en su expresión, emoción y muchos otros aspectos, difíciles de expresar en palabras, que hacen que una acción se transforme en danza.

La razón de ser de esta retrospectiva es despertar la conciencia sobre la urgencia de preservar y valorar la historia de la danza desde la concepción teórica y práctica de Sara, para así comprender y valorar sus aportes estilísticos en profundidad, particularmente, de la danza de los siglos XV, XVI y XVII.

Su vida como bailarina de danza moderna y de vanguardia, se inició poco antes del gobierno de Salvador Allende, siendo una época de gran desarrollo personal y profesional, que se vio, lamentablemente, truncada con el golpe de Estado de 1973. A pesar de esto, logró continuar su misión artística aventurándose en un lenguaje de danza desconocido, inexplorado en ese entonces, que la interpretó y enriqueció en todas sus dimensiones, traspasando barreras y logrando ir más allá de la forma y el estilo:

La búsqueda permanente de un nuevo lenguaje, que a los ojos de hoy puede parecer extemporáneo, tiene que ver con la búsqueda de los orígenes, puesto que para desestructurar o reelaborar un determinado código es necesario profundizar el estudio y análisis del mismo.1

“Es interesante observar la pasión de Sara Vial por las danzas antiguas caracterizadas, fundamentalmente, por su rol social y un estricto control del cuerpo asociado a la postura siempre erguida y en un rango de movimiento pequeño muy acotado dentro de ropajes voluptuosos y largos”.

Izquierda: Sara Vial en vestuario s. XV para la obra La Pellegrina presentada en el Museo Bellas Artes en 1979 (archivo: Pedro Sánchez).

En la cita de más arriba, es interesante observar la pasión de Sara Vial por las danzas antiguas caracterizadas, fundamentalmente, por su rol social y un estricto control del cuerpo asociado a la postura siempre erguida y en un rango de movimiento pequeño muy acotado dentro de ropajes voluptuosos y largos correspondientes sobre todo al rol femenino que siempre la cautivó. A modo de ejemplo, señalemos que en un programa del espectáculo La Pellegrina de 1979, demuestra este interés por develar el rol femenino en la siguiente nota del programa escrito por ella:

...sigue un texto que ya empieza a acercarse al tema central del espectáculo: “la mujer” en el Renacimiento; luego, tres danzas francesas; en seguida, el texto de fondo, que versa sobre la expansión que tuviese la mujer de la época, una mujer “al día”, activa y estudiosa, intelectual y profunda: luego, un grupo de danzas italianas con pequeñas inserciones de textos alusivos a la relación “mujer-danza” en el Renacimiento italiano...2

A través de la historia de la danza, se puede vivenciar el salto que se produce desde las danzas antiguas a la danza moderna que da cuenta claramente de los contrastes relacionados al cuerpo tanto en los movimientos, como en el comportamiento social, roles masculinos y femeninos, espacio, tiempo, vestuario y sus diferentes aspectos manifestados en la danza.

La danza tiene el poder de crear un sentido de comunidad y perspectivas compartidas, despliega sensualidad y sexualidad, incorpora memorias en un medio tangible, sostiene y comunica valores culturales valiosos para el grupo, y expresa profundamente emociones sentidas, incluyendo la agonía de la pérdida y la exhuberancia de la vida y/o la trascendencia del espíritu.3

Arriba: Sara Vial trabajando en coreografía de Graciela Figueroa en 1973 (archivo: Pedro Sánchez).

A la Izquierda: Gregorio Fassler y Sara Vial en grupo vanguardia de Graciela Figueroa en improvisación (archivo: Pedro Sánchez).

Abajo: Sara Vial en estudio del movimiento fotografiada por Pedro Sánchez (archivo: Pedro Sánchez).

A comienzos del s. XX, nació la danza moderna con sus principales exponentes en Norteamérica y Europa en respuesta a los drásticos acontecimientos que se estaban viviendo a nivel mundial, primando las ideologías polarizadas, los avances científicos y tecnológicos exponenciales que repercutieron en la sociedad y principalmente en el rol femenino. En la danza moderna americana, se encuentra una de sus principales pioneras, Ruth St. Denis (1878-1968)4, que junto a Ted Shawn (1891-1972)5, “concentra toda su energía para alcanzar su única meta: hacer de la danza una fuerza espiritual para afrontar el mundo materialista de su época”.6 Paralelamente, en Europa, el húngaro Rudolf Laban (1879-1958), inició su camino en la danza moderna expresionista, atraído por la necesidad de traducir sus sentimientos a través de la danza:

El movimiento se convierte entonces en la proyección visible de un sentimiento interior, y la danza es el medio de revelar las cualidades características de su ejecutante.7

Acorde a esta nueva expresión apasionada por el lenguaje de la danza, comenzó una investigación científica del movimiento, que se tradujo en el labanotation, sistema de notación de danza sobre los principios de espacio, tiempo y energía sobre la base de signos y símbolos. Gracias a este sistema de partitura del movimiento, en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, mil participantes pudieron aprender la coreografía sin ensayo previo. Este sistema de notación tuvo gran éxito y se incorporó en varias partes del mundo. En Alemania se desarrolló fuertemente y entre sus discípulos y colaboradores, están las famosas figuras de Kurt Jooss (1901-1979) y Sigurd Leeder (1902-1981), quienes presentaron en 1941, La Mesa Verde junto a su compañía Ballet Jooss. Fueron varios bailarines y el mismo Sigmund Leeder, quienes vivieron en Chile y trabajaron en la formación del Ballet Nacional. Entre ellos, la maestra Joan Turner, bailarina inglesa perteneciente a la compañía Ballet Jooss, discípula de Jooss y Leeder, quien más tarde, radicada en Chile dirigió junto a Alfonso Unanue el Ballet Popular, del cual Sara Vial formó parte. A propósito de Joan, recordemos algo que escribió en sus memorias y que su maestro Leeder le transmitió y que su discípula Sara aprendió:

Además descubrí que tenía algo que valía la pena transmitir. La extraordinaria cualidad del método Sigurd Leeder consistía en que no imponía su estilo a los alumnos como si se tratara de un ideal fijo o un corsé…, sino que proporcionaba a cada uno los medios para desarrollar su propio talento.8

La influencia de Joan Turner marcó de por vida la visión y metodología que Sara Vial aplicó más tarde como maestra. Gracias al sistema de Laban, el análisis de movimiento, la coréutica y euquinética, descubrió la libertad y riqueza expresiva que podía existir escondida en el lenguaje corporal de las danzas antiguas; es decir, dentro de los límites del movimiento corporal, encontró la libertad, así como también el espacio necesario para desplegar e interrelacionar ambos lenguajes: antiguo y moderno. El lenguaje moderno que le era propio, lo aplicaba naturalmente en su correcciones, por ejemplo, enseñando decía: “el sopeto háganlo más stossen”, y dentro de ese gesto pequeño –que era una patada a baja altura– se fascinaba en ver cómo éste y todo paso de danza antigua podía cambiar su carácter e intención: lo importante era siempre hacerlo expresivo, comprometido y con un sentido que produjera resonancia, no quedara en el vacío.

Sara Vial solía evocar y hablar con profundo respeto de sus principales maestros de danza moderna, por ejemplo, Joan Turner ya mencionada y Graciela Figueroa de nacionalidad uruguaya, quien fue contratada por el Ballet Nacional Chileno en 1971. Gracias a las políticas de apoyo a las artes, Graciela conformó un grupo de danza de vanguardia que ensayaba en el Museo Nacional de Bellas Artes donde participaba Sara.

La influencia de Joan Turner marcó de por vida la visión y metodología que Sara Vial aplicó más tarde como maestra.

Joan Turner y el Ballet Popular. En la foto aparecen: Joan Turner, Fernando Cortizo, Fernando Beltramí, Mausi Gutiérrez, Sara Vial, Camila Schmidt, Rosita Celiz, Sonia Uribe, Rayen Mendez, entre otros.

Sara nos dejó una herencia de cómo abordar la danza desde la perspectiva histórica gracias a su visión, experiencia y capacidad de hacer dialogar los estilos considerados antagónicos.

Ver video: 100 movimientos de tai-chi y una danza, en MBA, Chile, 1973

Izquierda: Sara Vial y Graciela Figueroa en un
momento de la coreografía en 1973
(archivo: Pedro Sánchez).

De cada una supo captar sus conocimientos para aplicarlos con inteligencia y sensibilidad, cultivando su propio sello tanto como maestra de danzas antiguas, que como jurado de los Encuentros Coreográficos de Universidad Católica y como directora del taller. Graciela Figueroa también marcó profundamente su percepción de la danza para conjugar todos los elementos con absoluta libertad y confianza al momento de crear sobre la base de la exploración y la metodología para la composición coreográfica. Nuri Gutés siendo integrante del taller y del grupo Andanzas en sus inicios en el año 1983, recuerda cuando Sara les ayudó a vislumbrar ideas en los ensayos de la coreografía Cotidiana, que provenían de su experiencia con Graciela Figueroa.

Sara nos dejó una herencia de cómo abordar la danza desde la perspectiva histórica gracias a su visión, experiencia y capacidad de hacer dialogar los estilos considerados antagónicos. Magistralmente, nos introdujo y motivó a hacernos cargo de la relevancia de la historia de la danza como una fuente de inagotable riqueza y nos entregó las herramientas que nos permiten incorporar el alma de otras épocas en nuevas creaciones. En este sentido, su impronta está viva en quienes tuvimos la oportunidad de trabajar con ella y sus conocimientos son contingentes para un actual estudio y ejercicio de la danza, siendo urgente compartir y transmitir a otros, bases sólidas cimentadas en valores pedagógicos que se encuentran en las raíces de nuestra cultura, pues Sara entendía esta responsabilidad profesoral que conlleva el conocimiento.

El Taller de Danzas Antiguas fue su obra más significativa. Con respecto al aporte del taller y la figura de Sara Vial, su maestra Joan Turner respondió tras un reflexivo silencio:

Un soplo de aire puro... el trabajo de Sara viene a ser como un eslabón entre la danza antigua y lo contemporáneo que se está desarrollando hoy en día, era como el respiro de lo que estaba viviendo el país en esa época.

Jacinta de Castro, Valeria Sapiain, Sara Vial, Nuri Gutés, Karin Cáceres, Astrid Ellicker, Erto Pantoja
(archivo: Alvaro Hoppe).


  1. Alcaíno Gladys y Hurtado, Lorena; Retrato de la Danza independiente en Chile, ed. OchoLibros, Santiago, Chile, pg. 93
  2. Programa de danza “La Pellegrina”, Instituto Chileno Británico de Cultura, Santiago, Chile, 26 y 27 de Mayo de 1979.
  3. Jackson Naomi, Shapiro-Phim, Toni, editors; Dance Human Rights and social justice: Dignity in motion, ed. Scarecrowpress.com, Maryland, 2008, p. xix
  4. https://www.youtube.com/watch?v=XMxm9rq0FHc
  5. https://www.youtube.com/watch?v=sqWjm7BHEkI
  6. Baril, Jacques. La danza moderna. Madrid: Paidós, 1997, p. 54
  7. Jacques, Baril; La danza moderna, Paidós, España, pg. 396
  8. Turner, Joan; Víctor un canto inconcluso, Fundación Víctor Jara, Chile, 1983, pg. 25