Contexto e
inspiración
Siglo XVI -
Reina Isabel I de Inglaterra:
Nobiltà di Dame
En 1533, el 7 de septiembre, nació Isabel I, hija de Enrique VIII y de su segunda esposa, Ana Bolena, muerta en el patíbulo cuando la infanta cumplía tres años. Con un padre que después de decapitar a Ana se casó cuatro veces, la niñez de Isabel, ciertamente, nunca fue tranquila. Su suerte ni siquiera mejoró cuando en 1547 subió al trono su hermanastra María. ntaba Durante meses fue encerrada en la Torre de Londres, bajo la pesadilla de terminar, tal vez, en el patíbulo, como su madre. A pesar de tan difícil juventud, Isabel se dedicó a estudiar con voluntad admirable. Aprendió latín, griego, francés e italiano, y la experiencia le moldeó una personalidad basada en la fuerza y el coraje.1 (Sara Vial)
En el Renacimiento tardío, el ser humano volcó su mirada e interés en la ciencia y el humanismo. Fue un período en que el hombre se abría nuevamente a la razón, alejándose de la escolástica, lo que le permitió
Queen Elizabeth I
by George Gower, 1588.
una apertura hacia nuevos horizontes de conocimiento no solo de materias abstractas sino también pragmáticas sobre todo al dejar atrás la creencia popular de la cuadratura del globo terráqueo y lanzarse a la conquista de nuevas tierras a través del mar.
Tras la muerte de la reina María Estuardo en 1558, Isabel I ya contaba con un fuerte arraigo popular lo que en consecuencia significó ser coronada reina el 15 de enero de 1559. Nadie hubiera imaginado que una mujer soltera en aquellos tiempos, dirigiera las tropas tan magníficamente durante 44 años. Brillantemente asumió la responsabilidad máxima en lo que era la estructura política de la monarquía, incluso renunciando a contraer matrimonio y tener descendencia, pues, ante todo, estaba su pueblo:
Ser rey y llevar la corona es algo más glorioso para quienes lo contemplan que placentero para los que ostentan el cargo.2
Eran los tiempos de la invención de la imprenta, hecho que permitió la difusión de la cultura, por la disponibilidad de ejemplares con que ahora se podía contar de distintas obras y formatos. Entre estos se encontraban los tratados de danza, especialmente, los de Fabritio Caroso, Il Ballarino (1581) y Nobilitá de dame (1600), y de Cesare Negri, Le Gratie d´amore (1602), ambos maestros de procedencia italiana, que influyeron en la Europa de la época. Fueron reconocidos por su alto nivel técnico, la riqueza y variedad en los tipos de danza y en sus coreografías. En Inglaterra estos tratados se encontraban en las librerías de la realeza y la reina Isabel I aprendió con ellos en su juventud a ´bailar alto¨ a la manera italiana, además de bailar la volta. Promediando sus 50 años, aún practicaba siete gallardas todos los días, su danza favorita que se caracteriza por ser energética y vivaz, sumado a la práctica musical según un informe de su director general de correos, John Stanhope.
De izquierda a derecha:
Fabritio Caroso y
Cesare Negri.
La reina “virgen”, una apasionada de la danza, se destacó entre otras razones por su colección de vestidos que llegó a ser de 300 al momento de su muerte. Todos caracterizados por su sofisticación y ornamentación. En ese sentido, eran verdaderas creaciones de arte y lujo, bordados exquisitamente a veces con hilos de oro o plata, incrustaciones de joyas y piedras preciosas, no sólo de alto costo, sino también de gran volumen y peso, implicando esto, un esfuerzo físico no menor para danzar las gallardas. Con este preliminar esbozo sobre Isabel I, cabe detenerse un momento y analizar el porqué Sara Vial se interesó por este emblemático personaje del siglo XVI.
En esa época antropocéntrica, de expansión y conquista territorial, la razón estaría dada por lo particular del personaje, que representa características de una mujer atípica, que rompe con lo establecido. Intuitiva, astuta, fuerte y aguerrida, que por un lado, renuncia en cierto modo al rol femenino de ser madre y esposa, optando por tomar con brazo férreo el control del imperio. Por otro lado, la pasión de Isabel por la danza como una herramienta de disciplina y combate; de autogobierno y conquista.
Sara Vial observó que para Isabel la danza era un arma poderosa como herramienta de sobrevivencia y disciplina personal. Así como también una plataforma de expresión y exploración femenina, es decir, un lenguaje dentro del cual la mujer ejercía su poder en el ámbito de lo público, algo investigado y tratado en el libro Women´s work que trata sobre la realidad de las mujeres y la danza durante la época de las danzas antiguas en s. XV, XVI y XVII:
Durante 170 años abarcando Italia, Francia e Inglaterra, estos tres artículos sobre mujeres y patrocinio de la danza dejaron al descubierto que ellas no eran invisibles ni inútiles en sus propias esferas de confianza.3
Más allá de sus casas, empoderadas, cumplían un importante rol. Ellas estudiaban y practicaban la danza, bailaban en ocasiones públicas relacionadas muchas veces a las políticas reales donde se exhibían, además fueron patrocinadoras y las comisionaban. Algo que le hacía mucho sentido a Sara, en su búsqueda de la relación “mujer-danza”.
Cesare Negri, Le Gratie d'amore (Milan 1602).